martes, 6 de septiembre de 2011

PROTOTIPOS ESCOLARES SUSTENTABLES


Articulo Publicado en la Revista Multiplica.( numero 64 )
Tema de la Revista: Infraestructura Educativa.

Arq. Carlos Iram Sànchez Angulo.

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PROTOTIPOS ESCOLARES
Arq. Carlos Iram Sanchez Angulo    cisa@sanchezangulo.com

“La calidad de la educación empieza con la dignidad del espacio”
Sergio Fajardo

Solo los arquitectos irresponsables se preocupan únicamente de la arquitectura”
Leonardo Benevolo

El termino prototipo  tiene al menos dos acepciones. La primera se refiere a “el molde o modelo  a repetir” para lograr una producción en serie y, por lo tanto, económica. Esta es la noción que se adoptó en México desde los años 60 en el caso de la construcción de las escuelas. En ese  tiempo el CAPFCE desarrolló el prototipo del “Aula –Casa rural”, proyecto que fue concebido para resolver los problemas de falta de infraestructura en las comunidades rurales y que resultó ser una solución muy exitosa.  Se diseñó de manera que su implementación no requiriera ni herramienta ni mano de obra especializada. Hubo ese tipo de escuelas con muros de tabique, de adobe, de piedra brasa, de bajereque; con cubiertas de bóveda de ladrillo o de palma. El resultado fue: edificios en los que se combinaban las ventajas de la industrialización y la producción en serie con los materiales propios del lugar y la mano de obra casi artesanal de los propios usuarios.
Este hecho contribuyó a popularizar el modelo del CAPFCE en las comunidades rurales –para las que estaba expresamente diseñado–; fue tal su éxito que pronto traspasó el ámbito rural (un hecho por demás desafortunado para la construcción de escuelas urbanas).

Indiscutiblemente, la industrialización y la producción en serie son signos de modernidad; pero la estandarización no lo es necesariamente. Incluso en las actuales escuelas la orientación es estándar y ya conocemos bien el resultado: los edificios son introvertidos y siempre ajenos a su contexto; son edificios en los que se pasó por alto la relación arquitectura-usuario y en los que, aparentemente, se pretendió que el simple hecho de construir resolviera los problemas. Ese modelo se agotó porque el prototipo generó repetición y anuló la imaginación.

Sostiene Benevolo que “solo hay una forma de sacar una enseñanza provechosa del pasado: preguntarse qué cosas han cambiado, no en los contenidos sino en la propia noción de arquitectura y en sus límites respecto a las otras actividades humanas “ (1)

La segunda acepción del término prototipo es más rica, compleja y útil pues refiere a un “ejemplar más perfecto y modelo de una virtud o cualidad”, es decir, un ejemplo a seguir, un parámetro a alcanzar. Desde esta acepción es oportuno preguntarse ¿qué educación queremos?,  ¿qué tipo de espacios físicos requieren las escuelas? Ésta será la guía para definir un prototipo arquitectónico de escuela, concibiendo a ésta como un conjunto espacial integral y no solo como un “módulo que hay que sembrar”. Se plantea entonces que el aula no es el único espacio para educar o aprender; también se educa y el ser humano aprende en los patios, bajo los árboles, en los espacios abiertos con diseño espacial, en los juegos infantiles, en las canchas deportivas, en el huerto escolar, en la tiendita. Se busca entonces que el edificio en sí mismo “eduque”, empezando por su ubicación en la comunidad; que “haga ciudad” proyectándose   como referente urbano que aporta a la comunidad espacios de encuentro; que cuente  con plazoletas y canchas deportivas utilizables por los alumnos en horario de clases y por la comunidad fuera de los horarios escolares; que su pequeña biblioteca sea  abierta a los alumnos pero también a los habitantes del barrio; que sus libros y películas se presten a todos y todas; que los equipos de computo del área escolar ofrezcan conexión de acceso libre a internet en una especie de cyberplazas equipadas con mobiliario urbano. Existen muchas zonas en las ciudades y pueblos donde no tienen espacios deportivos ni culturales; es en ellas donde las escuelas podrían brindar  a su comunidad ese importante servicio, al tiempo que ellas podrían recibir de parte de sus respectivos municipios el mantenimiento de las áreas verdes, deportivas y “publicas”.
         Cada escuela podría incluir  un proyecto de arbolado (plantados y cuidados por los mismos alumnos), aplicación de ecotécnias básicas mediante las que los propios alumnos aprenderían conceptos aplicados de la biología, la física etc., así como del cuidado del medio ambiente y la economía familiar
         Al relacionar lo anterior no me olvido que existen espacios elementales que se  usan en las escuelas, como las aulas en sí, talleres, laboratorios, biblioteca, plaza cívica , sanitarios, tienda escolar, dirección, etc.  La  idea  es que se ponga atención a las relaciones espaciales entre estos elementos y el conjunto arquitectónico, que en  los espacios residuales entre los módulos de aulas y talleres se generen, diseñen y equipen lugares para el encuentro, la lectura, la expresión, el descanso; que se   consideren los aspectos de cada región climática, las orientaciones , los vientos dominantes, el aprovechamiento de aguas pluviales, etc. con respuestas de arquitectura bioclimática -materiales, geometría de la cubiertas, alturas de techos, ventilación cruzada, parasoles, vegetación caducifolia o perenefolia-; que la imagen y equipamiento de las escuelas genere un impacto positivo en la ciudad. Buscando que  el diseño y la construcción de cada escuela, en sí mismas, se conviertan en un elemento educativo más.
 Hay que ser optimistas para lograr cambiar las cosas para bien. La inteligencia murmura: esto nunca va a funcionar. Pero el colectivo urbano tiene que contestar: podría funcionar. En cualquier caso, hay que intentarlo. Es demasiado fácil huir y abandonar.  Sólo el cínico total, o los que carecen de fe, dejarían de intentarlo.
Pete Hamill

NUMERALIA
         “El año oficial de primaria en México  es de 200 días de clase al año, pero el promedio real termina cerca de los  180 días, igual que en Estados Unidos, pero 25 por ciento menos  que Japón y Corea. Solo que el día escolar  mexicano es de cuatro horas y media,   mientras  que la escuela del Bronx  estudiada por Gladwel, los niños entran a las siete y media de la mañana , permanecen en clase hasta las cinco  de la tarde y algunos se quedan  en clubes de tarea o en equipos deportivos hasta las siete de la tarde” (2)

Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda. Regreso al futuro


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